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Sevilla, podría contar el próximo año o en un futuro cercano con una moneda local propia y complementaria del euro. Al menos, es lo que plantea el grupo político Participa Sevilla, que ha incluido esta iniciativa entre las medidas que ha puesto encima de la mesa del alcalde, Juan Espadas, con la intención de que se incluya en los presupuestos de este año una partida con la que realizar un estudio y análisis previo a un proyecto piloto que duraría tres meses y que conduciría a la implantación de esta moneda sevillana, en algunos barrios o en toda la urbe.
A raíz de un encuentro en el Pumarejo al que acudieron representantes del pueblo de Totnes (Reino Unido), muy implicado en esta cuestión, Participa creó un grupo de trabajo que se centrase en este proyecto, el cual lleva desarrollando la idea desde junio de 2015.
«No se trata de implantarlo de la noche a la mañana, pero es necesario que se dote con una partida para el análisis sobre qué se puede hacer en una ciudad como Sevilla o en un determinado barrio», explica el concejal Julián Moreno, antes de dar paso a uno de los miembros de ese grupo, el economista Israel Sánchez: «En realidad aún no sabemos qué tipo de moneda necesitaría esta ciudad.
Se trataría de hacer un trabajo de investigación y luego de aplicación con un proyecto piloto tras analizar cuál es la opción que mejor se ajusta a las necesidades de Sevilla».
«Me gusta hablar –matiza Sánchez– de proyecto de moneda local, porque de momento no sabemos si va a ser social o no. El planteamiento inicial podría ser similar al del Bristol pound, ya que se trata de una ciudad muy parecida a Sevilla».
En ese momento interviene Noemí González, experta en economía solidaria, que explica el funcionamiento: «Tú cambias euros por esa moneda complementaria, que se acepta sólo en algunos comercios dentro del barrio, lo que hace que el dinero esté siempre circulando dentro de la economía próxima y cercana del territorio». «No es una cuestión utópica. En Bristol, el alcalde cobra más de la mitad de su salario en Bristol pounds. Toulouse también es una ciudad similar a Sevilla que lo está impulsando», recalca Julián Moreno.
Existen experiencias de éxito a nivel nacional (ekhi en Bilbao, orue en Valencia, costavales en Galicia, boniato en el mercado social de Madrid) y en toda Europa (además de Bristol pound, Brixton pound en Londres, sol violette en Toulouse, chiemgauer en Baviera...), cada cual con sus particularidades. En el caso del sol violette, por ejemplo, «hay un margen del 5 por ciento de beneficios, por cada 100 euros te dan 105 soles», cuenta Noemí González, mientras que «en el caso del chiemgauer pierdes un 5 por ciento si los vuelves a cambiar a euros y ese porcentaje se destina a servicios sociales, lo que me parece muy interesante».
De todos modos, cuenta Israel Sánchez, «más que un beneficio a corto plazo para el usuario lo importante es que se genera riqueza en el barrio, se fomenta el empleo local, se reduce la implantación de multinacionales y se favorece el consumo de productos y servicios con criterios de cercanía, ecológico, de sostenibilidad, etc.». Por otro lado, las utilidades de esta moneda local serían ilimitadas, yendo mucho más allá del usuario particular: «Puede haber, por ejemplo, una transferencia directa en esa moneda a colectivos desfavorecidos», dice Sánchez, y Moreno añade: «También se puede utilizar en subvenciones sociales para el pago del agua, el pago de tasas o servicios municipales...».
«Incluso pagar a los funcionarios parte del sueldo en la moneda social, o pagar a tus empleados si eres un empresario», dice Noemí González. Esta maestra pone un caso concreto: «Yo tengo una panadería y acepto el pago en moneda local. Resulta que un funcionario del ayuntamiento empieza a comprarme el pan a mí porque le acepto la moneda con la que le dan la mitad de su sueldo, en vez de ir a una gran superficie.
Tengo más clientela, puedo pagar mis impuestos en moneda social, tengo más dinero para comprar materia prima y contratar a una persona que me ayude y pagarle también en moneda local», con lo que se crea un circuito cerrado.
En el caso de que se le dote con una partida presupuestaria, el proyecto arrancaría con un equipo motor de cuatro personas y una serie de colaboradores (Red de Economía Alternativa y Solidaria, Red de Moneda Puma, Red de Decrecimiento Sevilla...) para realizar el estudio en tres-cuatro meses y luego desarrollar el proyecto piloto en un año. Si será en 2017, se verá en breve.